En los últimos años se ha mencionado mucho el tema de la discriminación racial en Colombia. Los casos como el de las empleadas afrodecendientes que aparecen relegadas en la parte de atras de la foto de unas ricas aritocratas caleñas, o el de las jóvenes cartageneras a quienes se les negó el ingreso a una discoteca por el color de su piel, han encendido los debates.
Algunos sostienen que Colombia no es un pais racista, que el fenómeno que se manifiesta, se puede asociar más bien con clasismo y exclusión social. Otros dicen que "quienes discriminan y los más racistas son los mismos negros". En este artículo no voy a entrar a profundizar sobre estos planteamientos. Tampoco es un postulado sobre las raíces sociológicas y antropológicas del asunto. Lo que quiero simplemente es compartirles los sentimientos de un afro en Bogotá.
Mi veredicto: en Bogota hay racismo. No de una forma extrema como se evidenciaba en Norteamerica en los años 60, ni parecido. La verdad, en los buses no tengo que buscar las sillas destinadas a los negros. Me puedo sentar donde me da la gana. Tampoco he tenido difucultades para ingresar a donde he querido: restaurantes discotecas, cines etc. Mis compañeros de trabajo, vecinos, y demás me trata con respeto y cariño.
Entonces. ¿por qué carajos dice que Bogota es racista? se preguntarán ustedes. La respuesta es sencilla. Por la zozobra que despiertas al pasar junto a algunas personas en la calle; me va robar, piensan, y agilizan el paso o sostienen con más fuerza sus pertenencias. Por la mirada de desconfianza que despierto al solicitar un empleo, arrendar una casa o hacer cualquier gestión corporativa. Por los insultos y comentarios cuando se alteran los animos - "negro tenia que ser", "negro ni los ojos de mi caballo"; o cuando le preguntas a alguien que está haciendo, algunos responden "trabajando como negro".
Cite sólo algunos ejemplos, podría mencionar muchos más. Igual les confieso que a pesar de estas dificultades me gusta mucho esta ciudad. Aqui nací, estudié, me enamoré, y trabajo cada día por ser mejor. Además la mayoría de ciudadanos son respetuosos y agradables. Por lo que la vida me ha enseñado que para ser feliz simplemente debo comprender que siempre van a ver algunas manzanas podridas.
Al ser conciente y orgulloso de mis raíces, el que me llamen negro para mí es un orgullo. Llevo con dignidad mi raza, mi sangre y mi etnia, por lo que asumo esta realidad con la esperza de que algún día como dice Martin Luther King "mis hijos no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su personalidad".
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